Italo Calvino en Madrid.

El que llega a Tecla poco ve de la ciudad, detrás de las cercas de tablas, los abrigos de arpillera, los andamios, las armazones metálicas, los puentes de madera colgados de cables o sostenidos por caballetes, las escalas de cuerda, los esqueletos de alambre. A la pregunta: —¿por qué la construcción de Tecla se hace tan larga?— los habitantes, sin dejar de levantar cubos, de bajar plomadas, de mover de arriba abajo largos pinceles: —Para que no empiece la destrucción —responden. E interrogados sobre si temen que apenas quitados los andamios la ciudad empiece a resquebrajarse y hacerse pedazos, añaden con prisa, en voz baja: —No sólo la ciudad.
Si, insatisfecho con la respuesta, alguno apoya el ojo en la rendija de una empalizada, ve grúas que suben otras grúas, armazones que cubren otras armazones, vigas que apuntalan otras vigas.

—¿Que sentido tiene este construir?—pregunta—. ¿Cuál es el fin de una ciudad en construcción sino una ciudad? ¿Dónde está el plano que siguen, el proyecto?
—Te lo mostraremos apenas termine la jornada; ahora no podemos interrumpir —responden.
El trabajo cesa al atardecer. Cae la noche sobre la obra en construcción. Es una noche estrellada.
—Éste es el proyecto— dicen.

las ciudades y el cielo, 3 de Italo Calvino, extracto de las ciudades invisibles (Le città invisibili, 1972)

Fotografía de Madrid de Carolus Croque y foto del cielo de Chile después del terremoto es de Sucker for Love.

Tal vez Italo Calvino no pensaba en Madrid cuando describía Tecla, pero a mi me parece que esta puede ser perfectamente la ciudad  invisible que esconde «la Capital». Al contrario que en Estambul, donde la ampliación del metro no avanza, o en las ciudades del norte de Europa donde los trabajos son rápidos, precisos e higiénicos, Madrid es la única ciudad que conozco que puede ser definida por sus obras públicas. No se trata de preservar el pasado, como en Roma, sino de seguir más adelante, de (tal y como dice Calvino) construir una ciudad en construcción. Desgraciadamente, las únicas estrellas de Madrid son las de la bandera de la comunidad pero hay, eso sí, un cielo extenso y despejado, toda una inspiración para una ciudad que parece empeñada en seguir creciendo hasta el infinito (o, al menos, hasta Valencia).



Categorías:España, Lo que leo, Lugares, Madrid

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