El viajero y el morbo (II)

En su visita del mes, el viajero morboso nos lleva a Palermo y sus catacumbas dei cappuccini, monumento no declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Tras el pago de la entrada, un capuchino encapuchado (los italianos siempre se destacaron por cuidar los detalles) le recibe con un boungiorno decepcionante por poco tétrico. Hasta aquí es difícil hacerse una idea de lo que hay tras las escaleras que, con un aire a portal de pueblo, se hunden en la tierra. Sólo el ligero olor a cabrales que sube desde el interior indica al viajero morboso que no se ha confundido de lugar…

La historia de estas catacumbas se remonta a más de cuatrocientos años, cuando un monje enterrado allí se conservó –gracias a la temperatura, la humedad y a la voluntad divina- “bastante bien”[1]. Se corrido la voz en toda Palermo de este hecho extraordinario, y la fama del convento creció tanto que a la burguesía siciliana le dio por sepultarse en masa en estos sótanos. Lo que ha quedado de ellos –de los burgueses, quiero decir– conforma un espectáculo que es como mínimo sorprendente. Sobre todo si tenemos en cuenta que lo que hace unos siglos era “conservarse bastante bien” no es exactamente lo mismo que entendemos en la actualidad.

El viajero morboso, que ya ha descendido las escaleras y se ha introducido en el primer pasillo, siente un agradable escalofrío al verse rodeado de muertos y paredes encaladas. Bajo las bóvedas de arista, los cadáveres le sonríen desde muy lejos, y en algunos sitios hay vallas de obra que impiden que, al desprenderse, los miembros caigan al suelo.

Pero por fortuna no hay muchos turistas esta mañana, así que el viajero morboso puede pasearse sin complejos por las galerías desiertas. Los pasillos están organizados por sectores y en su recorrido se va encontrando con colecciones de monjes o militares, mujeres o niños: todos muertos. Sin embargo, lo que más le impresiona es la sección de las vírgenes (“¿todas las que están allí lo serían?” piensa el viajero, morbosamente), cadáveres vestidos de un blanco amarillento que en algún momento debió de ser inmaculado.

La visita dura poco más de una hora y al salir de las catacumbas, al viajero morboso le parece que el sol es más luminoso de lo que recordaba. Palermo se muestra repleta de color, movimiento y rollizas sicilianas como guapas Sofías Loren disfrutando del primer calor del verano.  Bellissimo, incluso si el viajero morboso está tan afectado por la visita que necesitará horas y tres cafés ristretti para desprenderse del pinzamiento que le han dejado las catacumbas. Al atardecer, cuando torne al hotel aún nervioso, seguirá dándole vueltas a las oscuras relaciones que se establecen entre muerte y sexualidad, putrefacción y plenitud. Tal vez debería ir a un bar o al psicólogo, pero en su lugar el viajero morboso coge la Lonely Planet sick destinations around the world y piensa en su viaje del próximo mes. A ver.

foto


[1] Abbastanza bene según las propias palabras de Tancredi di Sbirra Brava. Chronicae Palermitense (1756)

Foto de la entrada de las catacumbas es de Anna Visini y la  conversación entre muertos de la casa de la isla de Seeland

¿Dónde está este luogo?



Categorías:Europa, Italia, Lugares, Mediterráneo

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5 respuestas

  1. Muy bueno Chevi. Creo que esta línea de entradas blogueras puede darte mucha publicidad en la red… Cuál será el próximo lugar mórbido al que nos llevarás…?

  2. Te recomiendo la Capela dos Ossos, enPortugal. Más pelados, pero igual de morbosos. Saludos.

  3. Hay una Lonely Planet que se llama «sick destinations around the world» o es coña?? Quiero leerla!!!! Esto me recuerda a unas cuevas llenas de curas muertos en Lavra, Kiev. Cuesta un poquico respirar porque hay mucha humedad, pero no huele a cabrales jajaja.

  4. … Ni idea de donde viajará el viajero morboso, pero puede que siga las recomendaciones y vaya a la capela dos Osso o a Kiev, donde después de visitar las tumbas de Lavra (morbosas, eso es cierto, pero con una espiritualidad que no tienen ni por asomo las catacumbas de Palermo) puede darse un paseo por el jugoso museo de Chernovil. Dos pájaros de un tiro.
    A mi me encantaría también leer la Lonely Planet de sick destinations around the world, ¡que la editen ya, por favor!
    Un saludo.

  5. Buenas tardes:

    No encuentro ninguna dirección de correo electrónico, y sólo puedo comunicarme contigo a través de este comentario. ¿Podría escribirte para presentarte nuestra guía de Roma, la que se describe en la web que indico?

    Ya me dirás. Un saludo

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