Amanece en los alrededores de Nálchik, república de Kabardá y Balkaria (Rusia)
Después de ver Demasiado Cerca (Теснота), la opera prima del jovencísimo director ruso Kantemir Balagov, casi no me podía mover. Es una de esas raras veces que el cine me dejó literalmente noqueado, tan desorientado que me costó volver a la realidad. Estaba aquella música del final, los créditos en cirílico, esa sensación de desconcierto. Y, por descontado, todo lo que había pasado antes. Demasiado cerca, se llama la película, pero para mí que es justo lo contrario. ¿O acaso habíais oído hablar alguna vez en vuestra vida de la república de Kabardá y Balkaria de la Federación Rusa, en el Cáucaso Norte? Yo no.
Poco se habla del norte del Cáucaso salvo cuando hay Juegos Olímpicos en Sochi o estallan en Chechenia o Ingusetia viejos conflictos nunca resueltos del todo. Y ahora también gracias a esta película que, ganadora del premio Un Certain Regard en el último festival de Cannes, reproduce desde la confortable sala de cine el cielo encapotado de la región y su característico paisaje postsoviético: casas bajas, grandes bloques de viviendas, descuidados monumentos dedicados a héroes o asesinos rusos y, por supuesto, sus no menos representativos odios étnicos en una región que parece desde lejos un laberinto de montañas, lenguas y religiones.
En Nálchik, la capital de la república de Kabardá y Balkaria, convivían a principios de los noventa kabardinos de lengua caucásica, balkarios de lengua túrquica y una minoría judía hoy en día completamente desaparecida. Es precisamente a este último grupo al que pertenece Balagov, el director de la película, que ha tratado de reconstruir una historia que oyó de niño a través de los dilemas de Ilana, la joven protagonista. Siguiéndola a ella desde muy cerca, este drama con una clara vocación realista nos habla de un secuestro y de las relaciones dentro de la familia y de la «tribu». También hay mucha hipocresía y alcohol y un romance imposible entre un joven gasolinero musulmán y una cada vez más desquiciada Ilana, capaz de hacer cualquier cosa por mantener su libertad dentro de su opresiva familia.
Seguramente Demasiado cerca no sea una película fácil. La violencia está siempre presente, a veces recurriendo a duras imágenes reales grabadas durante la guerra en la cercana Chechenia. Sin embargo, ya que es bastante probable que pocos de nosotros vayamos nunca a esa inestable región, asomarnos a ella a través del cine nos ayuda a comprender mejor esos lugares que siempre quedan fuera de cámara y nos acerca a personas que no solo no se encuentran cerca, sino más bien lejos: allí donde apenas se les puede ver.
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